domingo, 30 de diciembre de 2007

Flases (II)

Ésta la debí publicar en su debido momento, pero, por razones que no sé ni yo, la publico ahora.

Diferencias entre unos y otros:


Ruud Van Nistelrooy le dedica su partido a una amiga en estado terminal (16/12/2007).

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Oleguer Presas hace declaraciones en favor del terrorista De Juana (06.02.2007 ).


PD: Soy un perfecto demagogo, vale, pero la frase merece reflexión, ¿o no?

Flases

El portero suplente del Fútbol Club Barcelona se lesiona de gravedad durante el partido amistoso disputado en San Mamés entre la selección autonómica del País Vasco y la de Cataluña.

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¿Saldrá ahora el señor Laporta exigiendo compensación ecónomica a su amada selección autonómica catalana?

jueves, 13 de diciembre de 2007

Hablando de héroes

Hoy voy a hablar de hombres de verdad. Decía en un anterior post que la fórmula 1 de hoy en día carece de la esencia de la auténtica fórmula 1... gracias a Dios. La fórmula uno de antaño no tenía nada que ver con la de ahora. Los hombres que conducían aquellos monoplazas no eran pilotos, sino auténticos héroes del siglo XX. Competir era sobrevivir. Cuando el juego era la vida que diría aquél. Aquellos bólidos eran auténticas bestias amaestradas por hombres excepcionales y conducidos en circuitos de mala muerte. Sí, míticos y grandiosos con trazados monumentales, pero con medidas de seguridad del tercer mundo, donde la muerte estaba al paso de cada curva. Así lo reflejan los libros de historia: hasta 23 pilotos fallecieron en grandes premios, amén también de 29 espectadores y oficiales.Hasta el punto que se afirmaba que un piloto que permaneciese 5 años en activo tenía un 65 por ciento de posibilidades de morir. Los pilotos negociaban con su vida carrera a carrera, todos con el sueño de ser campeón del mundo de fórmula 1. Esa era su meta, la meta de todos ellos. Y para ello no había obstáculo ni barrera que les parara. Ponían su vida en peligro, por tanto, poseían un grado de valor y decisión superior al común del resto de los mortales.

Por consiguiente, hoy toca hablar de uno de ellos. Toca comentar aquel terrible gran premio de Alemania de 1976. La carrera fue en el viejo Nurburgring, el infierno verde, esto es, en el Nordschleife original. El protagonista en sí es el tricampeón mundial austriaco Niki Lauda. Por entonces, llevaba un lustro en la fórmula 1 y ya había conseguido ser campeón del mundo. Se encontraba pues, en camino de su segunda corona mundial. Pero no la lograría ese año. Así, en un primero de agosto de 1976, Lauda se disponía a disputar la décima prueba año. Sin embargo, apenas en la segunda vuelta, se vio envuelto en el mayor desafío de toda su vida. En la curva de Berwerkel, Lauda perdió el control de su coche, se salió de pista donde las escapatorias brillaban por su ausencia, y chocó contra el muro. Su auto se incendió y se quedó hecho un amasijo de chapa y hierros, con el piloto dentro. El mundo se paralizó mientras miraba en directo semejantes escenas por televisión. El resto de coches lo esquivaron a duras penas, no obstante, un italiano, el piloto Arturo Merzario se detuvo y junto con dos pilotos que llegaron después, Harald Ertl y Guy Edwards, lo ayudaron a sacarlo.


Las consecuencias del accidente fueron terribles. Tenía quemaduras de primer y de tercer grado en la cabeza y en las muñecas, varios huesos rotos y los pulmones inundados de gases tóxicos. Además, entró en un coma indefinido. Se trataba de un hombre prácticamente muerto. E incluso le dieron la extrema unción. Esto es, las esperanzas de vida eran nulas. Sin embargo y ante la sorpresa de todos, médicos inclusive, Niki despertó. Había esquivado a la muerte y con un cuerpo mutilado había sobrevivido. Gracias a la rapidez y valentía de aquellos tres pilotos, no perdió la vida en aquella fatídica tarde. A Merzario, el primer piloto que paró, Niki le regaló un reloj de oro en agradecimiento. Y en cuanto a las causas del accidente, tardaron en averiguarse, no en vano, el Ferrari de Lauda había quedado destrozado. Hasta que se confirmó que había sido por un fallo en la suspensión trasera izquierda. Lauda quedó conforme con esa explicación: estaba convencido de que el accidente no pudo haber sido culpa suya, porque se trataba de una curva poco exigente y no había forma de equivocarse. Cosas de genios.


Una experiencia así marca a cualquiera. Pero no a Niki Lauda. Justo después de despertar del coma, lo primero que hizo fue preguntar cuándo sería la próxima carrera. Tenía esposa, hijos, fama, dinero, y había sido campeón del mundo de la categoría reina del automovilismo. Era ya una leyenda viva del automovilismo. Lo tenía todo, no había razón alguna para volver a enfrentarse a la muerte. Pero se trataba de Lauda, el gran Niki Lauda. Con sangre mojando los vendajes de su cabeza, con una oreja menos y en menos de cuarenta días, reapareció en la siguiente carrera, en el circuito de Monza. Al final, no llegó a lograr el campeonato del mundo, le faltó un sólo punto. Pero no tuvo que esperar mucho. Al año siguiente, ganó su segundo título mundial. El que le arrebataron en aquella nefasta curva de Berwerkel. ¿Por qué volvió? Ni lo sé yo ni lo sabe nadie. Lo que sí que sé yo es que huevos como los suyos no los hay.

Pero a día de hoy, año 2007, desgraciadamente, el nombre de Lauda no suena por su hazaña. No, qué va, y al menos en España, su nombre ha sonado por unas desafortunadas declaraciones en contra del ídolo nacional, Fernando Alonso. Todos le han criticado, le han llamado de todo y se han cagado en su familia en pro de defender al guapo de Alonso. Los primeros, los periodistas y después, esa patriótica y sabia afición que tenemos. Y es que, en primer lugar, en este mundo de libertad de expresión, la cual se utiliza y se manipula a mansalva, pero se nombra, que es lo que cuenta; cualquier tipejo, hombre, famoso, mendigo o incluso un servidor en su humilde blog, puede decir lo que le dé la real o república gana. Pero es sobre todo él y todos los pilotos retirados, de las pocas personas que tienen más autorización que nadie para hablar de fórmula 1. De decir lo que le salga de las narices. Y de respetarle. La verdad es que me siento ridículo dando ese primer argumento, no se debería ni pensar, pero viendo el patio... En segundo lugar, nadie cuenta con el factor prensa. Cualquier frase inocente puede convertirse en una declaración de guerra con un simple cambio de letras. Y son ellos, los periodistas, a los que me cisco yo en su conciencias. Ellos profanan las mentiras y confunden a los demás. Porque no sólo le han criticado -cosa totalmente legítima- sino que le han tildado de loco para arriba. Así claro, los aficionados dicen lo que quieren, porque los periodistas también lo dicen. Y ellos saben mucho, no se puede dudar de la inteligencia de un periodista. Es delito. Y eso precisamente es lo que más me duele. Un cronista de fórmula 1 ama por ley a la fórmula uno con todas sus letras , y amar a este deporte significa enamorarte de su historia, de empaparte de leyendas y hazañas. Una de ellas es la de Lauda. Pero ellos no tienen compasión. Todo sea por vender.
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Pero claro, resulta que yo hoy no había venido a escribir de Alonso y demás. Yo hoy he venido a hablar de héroes, como es el gran Niki Lauda.