martes, 9 de diciembre de 2008

Confesiones de un madridista cabreado

"Señor Bernd Schuster: debido a los malos resultados del equipo, su imprudencia en las ruedas de prensa y tras consultar con la directiva y estando ésta por unanimidad de acuerdo, tenemos que comunicarle que tiene usted que abandonar el cargo que hasta ahora ostenta"

"Schuster, creemos que lo mejor para el equipo es un cambio de rumbo. Por tanto, está usted destituido"

"Schuster, estás despedido"

"Alemán, majete, ahí tienes la puerta"


Desconozco cómo se lo habrán dicho al ya ex entrenador del Real Madrid, pero conociendo los modales de los dirigentes madridistas sospecho que las formas serán más parecidas a la últimas frases que a las primeras. Sin embargo, el detalle ya no tiene importancia. Ya está hecho.

Es la gota que colma el vaso. Este fin de semana ha finiquitado, por mi parte, cualquier esperanza posible en la directiva y, particularmente, en el hombre que representa al club más laureado del mundo: Ramón Calderón. La bochornosa, vergonzosa, indecorosa, triste, patética, -y así un sinfín de sinónimos- Asamblea de Compromisarios del Madrid, que no hacía más que justificar y confirmar mis opiniones de Calderón y sus colegas; los nefastos resultados deportivos en su parte de responsabilidad que corresponde, como por ejemplo, algo tan insignificante como la planificación deportiva; y la destitución del entrenador en el peor momento, a cinco días de un partido clave para el orgullo del aficionado, imprevista y sin premeditación hacen que un humilde servidor, madridista de toda la vida, se harte. Estoy jodidamente cabreado. La situación es inaguantable. Sin embargo, en un día en el que tengo todo el derecho del mundo a manifestarme en caliente y como me dé la gana, voy a escribir esta entrada fríamente. No sea que se me tache de demagogo.

Por partes. El Real Madrid, por la historia que posee y por la institución que representa, jamás debe dar la imagen que dio el domingo antes los ojos del mundo. Es imperdonable. La entrada y posterior comportamiento -faltando al respeto, insultos y amenazas inclusive- de esos críos llamados ultras en la Asamblea fue lamentable. La actitud del presidente facilitando su entrada es digna de un mafioso siciliano de mitad del siglo pasado. Pero la falta de escrúpulos morales de Ramón Calderón no conoce límites. Enésimo ejemplo de ello son las declaraciones que realizó antes del partido contra el Sevilla en las que se permite el lujo de menospreciar al socio: "Yo me iré por otras cosas, pero por éstos no me voy a ir". Olvida -intencionadamente, estoy seguro- que "éstos" son los socios compromisarios a los que se debe y a los que tiene que rendir cuentas, pues a día de hoy y que yo sepa, los dueños del club son sus más de ochenta mil socios.

Decía un antiguo dicho que la esposa del César, no sólo tiene que ser honrada, sino parecerlo. Igual ocurre con otros valores como la la dignidad, el honor, la honestidad que dudosamente persisten todavía. Pero a Ramón Calderón le importa un rábano. Porque si Ramón Calderón tuviera dignidad, no tendría más remedio moral que dimitir. Simple y sencillamente por coherencia a sus ideas. Su gran apuesta fue Schuster. Para conseguir su capricho tuvo que echar a uno de los mejores entrenador del mundo, el líder de su supuesto proyecto -que, al final, era inexistente; otra mentira- para traer a una persona que sólo había entrenado al Getafe. Apuesta personal; jogo bonito, el tiki-taka. Lo que le mola a la gente. Decidió apostar muy fuerte. Pero no le ha salido bien la jugada. Ha fracasado. Por tanto, si fuera consecuente con sus ideas, tendría que se marcharse, aunque sea sólo por vergüenza torera.

Sin embargo, intuyo para mi desgracia que Calderón no renunciará a Wimbledon, a Ronal Garrós, a los circuitos de Fórmula Uno. No desistirá a la fama y el estatus social que le proporciona el sillón de la presidencia del Real. Este tipo se aferrará a la poltrona como sea. Me baso en lo que vi en la Asamblea: le da igual censurar, coaccionar, chantajear, mentir. Mientras siga en el poder, le da lo mismo. Y eso que lo tiene muy complicado. La masa está en su contra. Ya no son sólo los fantasmas de Florentino que la paranoica mente de Calderón veía a todas horas; la mayoría de los madridistas no le soportan. Ya no es sólo la Cope; de la Morena, o lo que es lo mismo, los medios de comunicación, ya no le ríe las gracias a Calderón. Como dicen los juntaletras, tiene a la opinión pública en su contra. ¿Cuánto durará Calderón?

Para su desgracia, el que ha durado poco es Schuster. Aun así, en mi opinión su despedido es imprudente. Aún se puede ser primero de grupo en la Copa de Europa y el sábado viene el Barça, con motivos de sobra para humillarnos. Poco, por no decir nada, puede hacer Juande Ramos esta semana salvo saludar a la plantilla. Personalmente, nunca me han gustado los cambios de entrenadores a mitad de temporada. No obstante, todo esto no resta responsabilidades a Schuster. Le dieron la oportunidad de su vida y la ha desaprovechado. Encima lo tuvo fácil. Sí, en el Madrid nada es fácil, pero unos lo tienen más complicados que otros. Bernd recogió una plantilla unida, fortalecida por la consecución del título de Liga anterior, cuya mejor virtud era su carácter competitivo. Sólo tenía que aplicar sus ideas, exponer su particular sistema de juego en el Real Madrid. Por un momento, pareció dar con la tecla, con aquel antológico partidazo en el Nou Camp. Pero, por razones que no sé, lo echó a perder. El Madrid siguió sin jugar a nada. En el partido más importante del año, el día del Roma, no dio la cara. Porque aun con las bajas que presentó el Madrid, el Roma tenía un equipo inferior al conjunto blanco. Spalletti, con menos armas y sin mucho ruido, le dio un repaso táctico.

Esta temporada se encontró con dificultades. Es cierto: la magnífica, brillante y eficaz planificación deportiva que dirige Mijatovic no le trajo nada sino al contrario, traspasó a uno de los jugadores con más potencial del mundo, Robinho. Pero no es excusa, con los cuasi mismos jugadores seguía el Madrid sin sistema, sin saber a qué jugar. El Madrid ganaba sí, pero no gracias a Schuster. A cada partido se le veían las carencias: sin estilo, sin sentido táctico, nula capacidad de sorpresa en los cambios, cero preparación y estudio del rival. Cuando los jugadores que ganaban partidos se lesionaron, los resultados empezaron a fallar. Ignoro las razones de las lesiones del Madrid, pero tampoco Schuster ha ayudado. Un jugador, Schneider por ejemplo, que viene de una lesión de gravedad, no se le puede poner titular al segundo partido sin esperar que rinda al cien por cien o que no recaiga de su lesión.

Pero el mayor pecado de Bernd Schuster, y posiblemente el detonante de su destitución, ha sido la imagen que proyectaba de cara a los medios. Un entrenador del Real Madrid nunca puede afirmar que esperaba la derrota (Getafe) o que tal rival es imposible de vencer (Barça). Como tampoco puede quejarse de forma poco elegante del colectivo arbitral ("¿de dónde es el árbitro?"). Denota que desconoce lo que significa representar al escudo blanco. Un entrenador del Real Madrid, al margen de su rendimiento deportivo, debe encarnar una figura pública limpia, de hombre serio y solemne, educado y caballero, siempre con el respeto por delante.

Por último, lo que más me asquea es el madridismo de hoy en día. El madridsmo casposo, rancio, que sólo critica y vive en el pasado, corto de miras, demagogo y simplón; alimentados por el As y el Marca y cuyos símbolos son Toñín el Torero y Tomás Roncero. El madridismo que no quiere a Calderón "porque no ha traído a Ronaldo ni a Kaká". Creo fervientemente en un madridismo lúcido, racional, que no se deja influir por la manipuladora prensa que le rodea. Creo en un Real Madrid respetuoso con la historia pero adaptado a los nuevos tiempos. Que exponga una imagen institucional impecable, internacionalista y no ceñida al territorio nacional -jodida banderita-, dirigido por señores competentes de los que el Madrid se aprovecha y no viceversa. Debe tener los mejores empleados, los mejores profesionales a su disposición: los mejores futbolistas del mundo, vengan de donde vengan, que juegan por ser los mejores en su puesto y no por mitificaciones o servicios hechos en el pasado; los entrenadores de iniciativa y personalidad propia, valientes, decididos y conscientes del club que entrenan. De una cantera sólida, productiva, a la que se le tome en serio, que saque potenciales estrellas para un club como éste y no para medianías. Creo en un Madrid que marque de nuevo estilo y no plagie el de otros, con una visión y un modelo único, suyo, como hicieron en su día don Santiago Bernabéu y Florentino Pérez. Y que por supuesto tenga siempre aspiraciones reales al título que más grandeza ha otorgado al Real Madrid, la Copa de Europa. Sinceramente, nueves Copas de Europa me parecen pocas.