martes, 2 de abril de 2013

La virtud del mito nunca se toca


Ha vuelto a ocurrir. "Lo que sucede con Iker Casillas es humillante y una desgracia para el Real Madrid", afirmó ayer rotundamente Santiago Segurola en su charla digital en 'marca.com'. Se repite la historia. Nuestro periodismo deportivo, esta vez mediante su estandarte más ilustre, vuelve a cubrir las espaldas al ídolo nacional cuando sufre su primer aviso de vulnerabilidad. Así sucedió exactamente durante todo el ocaso de Raúl, a quien se le defendió hasta las últimas consecuencias, aun cuando su estado -futbolístico, se entiende- distaba a años luz de la élite.

Seré claro: señalo -denuncio- la semejanza en el tratamiento dado a los dos mitos en esta etapa especial de su carrera. No quiero, para nada, establecer una comparación directa entre Casillas con Raúl, pues no procede todavía. Mientras el delantero tuvo cinco años horribles, Casillas sólo ha mostrado cinco meses de rendimiento discutible. Mourinho reaccionó y le envió al banquillo. Un mensaje contundente; opinable en las formas, verificado en razones. El resto es la embaucadora historia que ustedes conocen: Adán no fue titular porque estaba en mejor estado de forma que Iker, sino por demérito de este. El objetivo era llamar la atención al portero titular y buscar una respuesta; Adán, pese a su titularidad, no cambiaba su estatus de suplente. La desdicha tuvo que aparecer: Adán fue expulsado, Casillas regresó al once obligado por las circunstancias y, la ironía se retorció aún más, se lesionó. Pero Adán no pudo ser titular ante Diego López porque simplemente nunca existió esa posibilidad.

Alfredo Relaño atacaba a los instintos primarios del lector madridista. Imagine que el Madrid se queda sin Cristiano Ronaldo durante dos meses. Imagine que Callejón ocupa su puesto. Imagine que el canterano juega fenomenal. ¿Tendrían ustedes dudas de la reaparición de Cristiano en la alineación?, remata. Lo cierto es que su tesis, absolutamente tendenciosa, se desmonta sola. En primer término, por incompatibilidad, porque no se sitúan en igualdad de condiciones. La posición de jugador de campo de Cristiano ofrece mil variantes por la irremediable y única decisión de seleccionar a un portero. Se inventaría una fórmula que aunara a los dos futbolistas y que beneficiase al grupo. Y segundo, porque el director de 'As' obvia, o quiere obviar, que la lesión de Casillas coincidió con un flojo rédito deportivo. Si Casillas cayera en desgracia rindiendo a un nivel estratosférico (Relaño lo ha comparado con Cristiano, subrayemos eso), por supuesto que habría que preservar el derecho a recuperar la titularidad. Es más, el debate podría parecer razonable.

La oposición de la prensa deportiva española causa vergonzante estupor. 'Marca' y 'As', juntos en la misma batalla. Como en los viejos tiempos. Actúan con desmedida vehemencia y mezquino fundamentalismo; como -muy- temerosos de perder un bien preciado, como si la virtud de sus mitos fuera inviolable e imperecedera. Pero lo cierto es que el periodismo deportivo gestiona funestamente el declive de los grandes. Ese no es el camino. No se trata de minusvalorar la intachable hoja de servicios de Casillas al madridismo. Al contrario: titular o suplente, sigue siendo una leyenda del club. Nadie duda del talento, de su calidad y de su vigor. Ni siquiera de su voluntad y fe (murmuran sobre presuntos topos y sobre camas al entrenador, que no creo personalmente). Sino del nivel competitivo actual, de su estado de forma y su rendimiento. En el verbo deportivo, siempre conjugado en presente, está la diferencia: no se trata de ser el mejor, sino de estar mejor. Es el prisma en el que se basa la meritocracia, instaurado por Mourinho. El Madrid no debería permitir que sus viejas glorias se conviertan en rémoras. Verbigracia, Bernabéu no renovó a DiStéfano y a los dos años se consiguió la sexta Copa de Europa.