sábado, 1 de febrero de 2014

Descanse en paz, Luis Aragonés



Luis Aragonés perdurará para siempre como el artífice de la etapa más dorada del fútbol español. Invirtió el rumbo de la Selección en las competiciones internacionales y transformó el ánimo de los españoles, por entonces víctimas de un fatalismo incorregible.

Gran parte de su mérito se enaltece si recordamos que su periplo como seleccionador estuvo marcado por el acoso y derribo perpetuo de la prensa. La enésima decepción que resultó la prematura eliminación contra Francia, a quien previamente se despreció (cómo olvidar esa portada de 'Marca' que instaba a jubilar a Zidane), y la decisión irrevocable de no convocar a Raúl, otrora máxima figura de nuestro fútbol, propiciaron una de las mayores campañas mediáticas que ha sufrido un entrenador en nuestro país.

Aquel Mundial de Alemania significó el germen del estilo de juego con el que España se convertiría invencible durante los tres siguientes torneos. La Selección nacional encontraba su fútbol después de años apelando a la furia de Juanito, moliendo cemento con Clemente y buscando el grial en los centros de Joaquín a Morientes. Aquel Mundial perfiló además el reclutamiento de los hombres que conducirían a su selección al éxito, un relevo generacional que necesitó del destierro de los viejos héroes. Nunca se volvió a echar en falta a Raúl.

Y con Aragonés manteado al cielo de Viena, la prensa olvidó e ignoró ignominiosamente; nadie rectificó. Incluso quienes en su día torpedearon su trabajo y pidieron su cabeza hoy titulan 'el padre de la España del tiqui-taca'. Pero no todos. Merece la pena recordar el artículo que Enric González escribió el día de la final de la Euro: "Ha resultado que sí, que él era un sabio y nosotros, los periodistas, unos capullos".

Descanse en paz, Luis Aragonés.

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.