El clásico de la 06/07 queda en el recuerdo como
una ensoñación de lo que pudo ser y nunca fue en la segunda era de Fabio
Capello en el Real. Pocas veces el plan que siempre pergeñó el italiano funcionó
como aquel día. Sí, Capello y su Madrid acabaron ganando la Liga, pero con
otras armas (la fe como ley salvaje, el orgullo del veterano herido como razón
de supervivencia), distintas a las que planificó al principio de la temporada. Pero ese partido,
ese clásico de octubre de 2006, el Madrid se erigió compacto, rocoso y solidario,
con su doble pivote cipotudo como eje, Guti jugando con libertad en campo
contrario y lanzando pases sin juez, Robinho como fuego en verso libre y la efectividad
del inolvidable Ruud. Incluso Raúl, el héroe decadente, revivió aquella noche galones pretéritos, con un gol importante en una cita clave. No resultó tampoco el duelo perfecto: Messi, el genio incipiente, encontró las únicas hendiduras del plan, quebrando la cintura de
Cannavaro, y provocó las ocasiones del Barça. No entraron y el Madrid voló por
el clásico a la manera que siempre soñó Capello para derrotar al vigente campeón de Europa.
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