martes, 5 de febrero de 2008

¡Gasol, traspasado a los Lakers!


Aún no me lo creo. Gasol jugará en los Lakers. En mis Lakers. La temporada estaba siendo mejor de lo que me esperaba. Pensé que con Bryant pidiendo el traspaso y con Mitch Kutchap tocándose la nariz por enésima vez, este año iba a ser cuanto menos bueno. Los Lakers dejarían de crecer, tal y como estaban haciendo desde que se fue Shaquille O'neal. Kobe se marcharía, la franquicia volvería otra vez a empezar de cero y yo perdería toda mi ilusión por la NBA. Pues no, ocurrió todo lo contrario. Kobe se quedó, los Lakers jugaron mejor que el último año y, por tanto, me ilusioné más que nunca. La temporada iba de perlas, llegamos incluso a ser líderes de la Conferencia Oeste. Todo marchaba bien. Pero tenía mis dudas, como cualquier otro seguidor de los Lakers. El objetivo de este año era superar la primera ronda de los play offs. De lo contrario, habrían hecho lo mismo que el año pasado y que el anterior. Esto es, no crecerían sino al contrario, se estancarían. Así que dudaba, a pesar de tener al mejor entrenador y jugador de la Liga, Phil Jackson y Kobe Bryant, respectivamente, -es opinable y yo opino- no estaba seguro de pasar ronda, no confiaba en la plantilla. Sin embargo, de repente, ¡zas!, me entero de que Pau Gasol es jugador de los Lakers.

Mi primera reacción fue un sonoro ¡toma!, parecido al de Alonso encima de su Renoult el año en que ganó su primer mundial. Lo repetí varias veces. Estaba eufórico. Pero duró poco. Inmediatamente digo, no puede ser, ésto tiene truco; no, maldita sea, aquí se huele algo raro que no me gusta un pelo. Gasol cobra 12 millones, ¿a quién le habrán dado a cambio? No, Bryant, no, es imposible -cobra más y lo habrían nombrado igualmente-. Pero a ver si le han dado a Odom, o a Bynum, o a Fisher. ¿O a los tres? ¿Le habrán dado a Phil? No, factoría_senna, no seas imbécil y piensa un poco. Jackson continúa, leches, cómo puedes pensar eso. Y sobre los tres citados se irá alguno pero no todos. Gasol y Bryant juntos sí, pero que no se me lleven a medio equipo. Total, pasé de eufórico a nervioso perdido. Rápidamente acudí a Internet, tenía que saberlo y bien. Tontos los del estado de Tennessee no pueden ser. Y ahí sí que me quedé de piedra: Kwame Brown, Javaris Crittenton, Aaron McKie y los derechos de Marc Gasol y las primeras selecciones de los drafts de 2008 y 2010. O sea, le damos a un muerto, a un chavalín que aunque tiene buena pinta no perdemos nada sin él, a un viejo que está para al asilo, a Marc y los derechos de draft de dos años que no necesitamos para nada. Todo esto a cambio de un tío de 20-10 por noche, que ha sido All Star y sin necesidad de tocar el equipo. Un auténtico lugarteniente de Kobe. Una ganga de traspaso, sin ningún pero que señalar. ¿No podían ser todos los días así? Era imposible estar más contento. Y sabedor de la gran noticia baloncestística del año, me fui de fiesta, era viernes, más feliz que una anchoa.

Costará creerlo, pero soy joven y sí, soy de los Lakers y no por una razón cualquiera. Empecé como todo crío con el fútbol, pero a los once años descubrí el mundo de la canasta. No era bueno, pero se me daba mejor que patear un balón. Empecé a enamorarme de este deporte. Me interesé y me informé sobre el Baloncesto. Primero, la ACB, y después, la NBA. Por entonces, estaba  reciente la retirada de Jordan y por  mera curiosidad sobre el gran mito me sumergí en la historia de la NBA. El interés por Jordan me introdujo en la mítica historia de la NBA. Quería saber cosas del 23 de los Bulls, quería saber qué hizo para que se le considerara el mejor de todos los tiempos. Y eso me llevó a su incuestionable y eterna dictadura Bulls en la década de los noventa. A los gloriosos ochentas, a Magic y Bird, a los Lakers y los Celtics, al Fórum y al Garden. Jamás admiré y disfruté tanto con la NBA de los ochenta. He dicho amarillo y verde, sin embargo debería mencionar también los Sixers del doctor Jota y Moses Malone, los indomables Piston, las torres gemelas de Houston y demás. Posteriormente, seguí con los setenta, que me gustaron menos pero son fundamentales para comprender el boom de los ochenta, y los sesenta donde descubrí que un tal Chamberlain fue individualmente mejor que Jordan. Pero ninguna me caló tanto como los ochenta. Rotundamente, me había enamorado de la NBA. Fue entonces cuando yo, en plena adolescencia, decidí tener equipo. Tenía que ser de alguno. Y elegí los Lakers, en aquel año ganadores de su décimo tercer título (el segundo de O'neal y Kobe). Y no fue por ese título, no. Fue por su color púrpura y oro, por el Fórum, por su glamour, por sus leyendas, por Magic, por las palmeras de Venice Beach. Por todo lo que rodea la aureola de misticismo de los Lakers. No obstante, todo esto me llevó a una conclusión final que siempre quedará a mi pesar: la envidia -sana, por supuesto- que tuve y tengo por todo aquel humano que pudo disfrutar de los grandes momentos históricos de la NBA en directo.

Y ahí andaba yo, con las hormonas a tope, lakermaníaco pero sobre todo, loco del baloncesto, trasnochando por ver la NBA en Sportmanía, preso de un mundo del que nunca saldré. Para colmo, todo coincidió con la llegada de un españolito a la NBA. Un españolito que resulta que también era bueno, que llegó a jugar un All Star y unos play offs de la mejor liga del mundo y que lideró a su selección, la nuestra, a un campeonato del mundo. Y todo eso lo en vivo. Pero le faltaba algo, jugar en un equipo grande con aspiraciones al anillo. Era cuestión de tiempo. Lo que no me esperaba es que ese equipo fuera los Lakers, mis Lakers. Así que hoy, y feliz como un niño el día de reyes, trasnocharé. No puedo perdérmelo. ¡Go Lakers, go!

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y ahora qué? ¿Despertará Gasol de su letargo (y sí, en efecto, es un tío de 20-10 por partido pero capaz de mucho más) o continuará a medio gas como hasta ahora? ¿Qué opinas factoría_senna, siempre tan certero e informado en asuntos de esta índole?