martes, 11 de enero de 2011

La sinrazón del Balón de Oro


Todos los años se repite la misma historia. Unos claman que lo merece Mengano, otros que sería una injusticia que lo ganara Fulano; unos se amparan en estadísticas y logros; otros en sus escasas pero decisivas aportaciones; los más rebuscados se apoyan en razones históricas, que ya le toca dicen; otros en que sus equipos lo han ganado todo. Y así un largo etcétera que compone un -quizás- absurdo debate. Suele pasar en todos aquellos premios que no precisen de un método de puntuación claro y conciso. Porque antes de entrar en dimes y diretes, se debería definir qué es el Balón de Oro. ¿Qué premia el trofeo? ¿Qué se reconoce? La falta de un criterio, o la diversidad de éste -según se mire-, provoca las infinitas e irritantes discusiones; así se explican las polémicas decisiones de France Football a lo largo de su historia y que en ocasiones han desprestigiado su reluciente insignia. Verbigracia: Nedved, Owen (¿!).

Bien es cierto que este año se ha dado un acertado primer paso, no obstante, que es el de unificar el FIFA World Player con el Balón de Oro franchute. Resultaba una estupidez la presencia de dos premios similares, amén de un pretexto que conducía a más confusiones. Aglutinados los dos en uno, se soluciona más de un problema previo. Sin embargo, superadas las formalidades, falta el fondo: los requisitos por los que un futbolista es designado Balón de Oro. Tampoco son argumentos válidos -de hecho, me repatea- "el carisma, el juego limpio (flair play) y la personalidad" que indican en sus estatutos. La institución debería galardonar ante todo cuestiones estrictamente futbolísticas; es el mérito deportivo y no aspectos personales lo que debería premiar. Para así poder resolver las dudas que siempre deja el premio todos los años: ¿qué les llevar a elegir a cierto jugador como Balón de Oro?

Si el criterio a seguir es la designación del mejor jugador del mundo, entonces el debate sería Messi-Cristiano, Cristiano-Messi. Solos ellos aguantan la comparación. No hay ningún otro jugador en el mundo que se acerce al nivel de ellos. Si, por otro lado, se premia al jugador que mejor año ha hecho tanto en lo individual como en lo colectivo, los candidatos serían Xavi o Sneijder. El primero ha realizado un año formidable, ha rendido a un gran nivel en la Liga que su equipo ganó y es parte imprescindible de la selección campeona del mundo. El holandés, por su parte, ha rubricado una temporada casi perfecta, con el triplete en su bolsillo y el subcampeonato mundial. Si en cambio el criterio es la determinación y la brillantez en el torneo más importante del año, no cabe duda que el asunto estaría entre Iniesta o Casillas, futbolistas que perfilaron una temporada discreta en Liga pero que fueron absolutamente decisivos en la Copa del Mundo. Otrosí: valga el caso del italiano Cannavaro en el mundial del 2006, así como el caso de Ronaldo, el auténtico, el genuino brasileño, que ganó el galardón debido únicamente a su tremendo mundial del 2002 (al igual que Iniesta, no jugó por lesiones en su campaña liguera).

El objetivo del nuevo FIFA Balón de Oro es esclarecer de una vez por todas un criterio único a fin de fulminar los polémicos debates que siempre acarrea la designación del premiado. Sólo así podrán -podremos- saber los españoles si el resultado de ayer fue decepcionante o una gesta; sólo así sabrán qué credenciales debe presentar un español si al Balón ansía optar. También sólo así se acabarán estúpidas conspiraciones antiespañolas como las que cita hoy en su portada el diario Marca. Sólo así, en suma, quedarán claras las razones por las que Messi fue coronado como Balón de Oro del año 2010.