viernes, 12 de marzo de 2010

Regresa el gran circo

Vuelve este fin de semana la competición de mayor prestigio del mundo del automovilismo, norteamericanos aparte. Se abre este jueves la temporada 2010 de fórmula uno. Y sinceramente, tras una campaña anterior marcada por el poco lustre y brillo de los pilotos, se espera que sea más atractiva y emocionante que nunca (aun a riesgo de pecar de topicazo). Exigidos por su pésimo rendimiento en la campaña anterior, las grandes escuderías se han puesto las pilas. Todo parece indicar que pelearán por el título mundial McLaren y Ferrari, los equipos de mayor empaque y relevancia de la última década. Si les parece, les ofrezco aquí mi particularísimo análisis de los grandes favoritos del nuevo curso que se avecina. Siempre en estricta primera persona, por supuesto, y abierto al debate.

McLaren. Si hubo un equipo al que perjudicó en gran medida la pillería-trampa -llámenlo como prefieran- del doble difusor, ése fue el equipo de Ron Dennis, dirigido ahora por Martin Whitmarsh. Mermados y menguados por tal hecho y en clara desventaja con sus rivales, toda la temporada remaron contra corriente, luchando contra el tiempo. Su esfuerzo les llegó para acabar en una trabajada tercera posición en el mundial de contructores. Todo lo contrario se espera de ellos para este año: su objetivo es el triunfo absoluto, y eso pasa por mandar y dominar desde la primera carrera. Para ello cuentan, por un lado, con el piloto con más talento de la parrilla, el odiado y detestado aquí en España, el negro Lewis Hamilton, el principal favorito; y, por otro lado, con el actual campeón, el también británico Jensson Button, al que muchos dan como derrotado antes de tiempo. Si bien no obvio que tendrá ciertos inconvenientes como que llega a una nueva escudería -y lo que ello suscita- y que es peor piloto que su compañero, no pienso restarle ningún ápice de consideración al piloto portador del dorsal número uno.

Ferrari. Si hay una cualidad de la mítica escudería del Cavallino Rampante que destacar por encima de todas ésa es su feroz y admirable competitividad. Resulta imposible encontrar otro rival que aguante la comparación en los últimos años. Prueba de ello, les doy un dato: desde que llegó Schumacher, en el año 96, sólamente en tres ocasiones no han llegado a la última carrera con opciones de ser campeón. Una de esas tres temporadas fue exactamente la última disputada; fruto de ello se han reforzado para este año con el mejor piloto de la parrilla, Fernando Alonso -a mi juicio, no olviden-. A excepción de Schumacher, no existe piloto más compacto y completo que el asturiano. Así como siguen con el brasileño Massa, cuya aptitudes sobradamente demostradas están, por muchos detractores que lo nieguen. La exigencia marcada por su presupuesto e historia es altísima, una temporada sin la corona suprema es considerada como un fracaso; y así se lo reconocen sus aficionados. Aun así, creo más oportuno tomar en cuenta a Ferrari como un equipo potente a largo plazo. Su fin no es terminar como el mejor de los veinticuatro coches del 2010, sino plasmar una duradera hegemonía, tal y como se hizo con el Káiser. A vista de sus enemigos, Ferrari hoy da respeto, pero próximamente causará temor.

Mercedes. Cincuenta y tres años han tenido que transcurrir para que la archirreconocida marca Mercedes retorne al Mundial como escudería oficial (hasta ahora participaba como motorizador de McLaren). Aunque cuentan con el crédito que otorga tener a la dirección del equipo campeón, esto es, con Ross Brawn y su brillante equipo, a priori parten en desventaja respecto de McLaren y Ferrari. Sin embargo, el simple hecho de poseer en sus filas a uno de los grandes de la historia de la Fórmula uno les hace, por consiguiente, clarísimos favoritos. Porque, sin duda, la vuelta del heptacampeón mundial Michael Schumacher será uno de los grandes incentivos de este año. Contará claramente con las adversidades lógicas y consecuentes de su inactividad, pero no olviden quién es el Káiser: el hombre que posee los grandes récords de este deporte, perteneciente a las letras de oro de la historia y del misticismo de la fórmula uno, y considerado por muchos como el más grande. Sirva como ilustre ejemplo, la explicación que dio en su día Pedro Martínez de la Rosa acerca de la figura del alemán:

"¿Qué me parece Schumacher? Que es el mejor, y con mucho. Y no porque sea el más rápido, no. Ni siquiera porque sea el más inteligente, tampoco. Sino porque es el más completo, el que cuida todos y cada uno de los detalles. Porque es pillo, y sabe leer y planear la estrategia de cada carrera como ninguno. Porque se entrena en lo que los demás no entrenamos: por ejemplo, en las entradas y salidas de los boxes para repostar y cambiar neumáticos. En ese caminito de entrada, en esos pocos metros, en esas tres curvas, él gana segundos mientras que los demás desprecian esa maniobra y se creen que el tiempo lo ganan o pierden los mecánicos en la operación; es grande porque hace grandes los pequeños detalles, esos que marcan la diferencia".
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Ojo con aquellos que osen subestimar al gigante alemán.
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Red Bull. La temporada realizada por la escudería británica fue mayúscula, rozando el sobresaliente. No olviden las adversas circunstancias que afrontaron: ellos no contaron ni con el doble difusor ni con el KERS (aunque éste a la postre resultó ser un fracaso). Aun así, fueron los únicos que plantaron batalla a los intratables Brawn GP. Él éxito de este humilde equipo -en comparación con los colosos- tiene su explicación en el trabajo consensuado, contínuo y eficaz a lo largo de su corta trayectoria en la fórmula uno (desde el 2005). Su posición en la actualidad es la recompensa al trabajo bien hecho. Y para este año, su techo es el cielo, lo que para otros una obligación. No tienen nada que perder, corren con menos presión que sus rivales. Presentan el mejor chachis de largo, su coche es a día de hoy el mejor a una vuelta y tienen a la mejor promesa de la fórmula: uno: Sebastian Vettel, puro talento, puro potencial.

Hasta ahí mi personal punto de vista de los favoritos. Como siempre, tal y como diría el dicho, nunca se cumplirán los pronósticos. Habrá sorpresas, siempre las hay. Pero sospecho que ninguna tendrá la trascendencia suficiente: el mundial se lo disputarán los grandes. Por otra parte, no olviden tampoco los nuevos cambios del reglamento. El sistema de puntuación cambia para hacer frente a tanto bólido en la pista; así como se suprimen los repostajes. Ya no habrán fábulas y disipaciones con el peso de los monoplazas que valgan. El carburante inicial será el que deba aguantar los 300-310 km que dura una carrera; a boxes se entrará únicamente para el cambio de neumáticos. Así pues, sólo queda sentarse delante del televisor y disfrutar.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Ganar o ganar


No hay más opciones. Por esta vez ya no. No hay espacio para plantearse posibilidades trágicas; como tampoco tiene cabida el tantas veces mencionado "y qué pasaría si....". Aunque bien es sabido que el proyecto no exige la consecución inmediata e incondicional del título más importante en el ámbito profesional, también lo es que la realidad imperante dicta que el Madrid, por innumerables factores, debe ganar este partido. El trabajo realizado hasta ahora concluye un satisfactorio rendimiento de los jugadores blancos que indica la escalada ascendente del Real Madrid. ¿Hasta dónde llegará? ¿Le dará tiempo a este año? ¿Estará preparado el Real Madrid para lidiar con los colosos de la Copa de Europa? Sólo el tiempo conoce la respuesta. Sin embargo, para poder plantearnos con holgura tales cuestiones, el partido de hoy se debe ganar.

Y sin excusas. Porque este año el rival no es el Liverpool. Porque este año no remontamos un 0-1; y no jugamos fuera sino en casa. Porque este año nuestro mejor jugador y líder en el campo es Cristiano Ronaldo y no Raúl. Porque este año no tenemos una plantilla mediocre, sino una de las mejores plantillas del planeta fútbol. Porque este año se han hecho las cosas muy bien, y no a contra corriente como en la campaña pasada. Porque este año estamos jugando bien al fútbol, plantando cara al mismísimo Fútbol Club Barcelona. Y porque estamos hasta los cojones de la prensa y sus gilipolleces; con sus maldiciones -octavos- y sus bestias negras -Lyon-. Y, sobre todo, porque somos el puto Real Madrid, herido en nuestro orgullo por tanta mancillación gratuita del honor madridista, sediento de venganza por tanta injuria cometida y deseoso de recuperar nuestra gloria perdida.

Y todo eso pasa por vencer al Lyon hoy, por ganar la eliminatoria. Es la primera piedra del camino hacia el éxito. No se puede fallar.

¡¡Hala Madrid!!