lunes, 7 de marzo de 2011

Descalabro en el baloncesto


Algo pasa, y muy grave, cuando un entrenador al que le acompañan los resultados y no hay aparente choque público presenta su dimisión. Ettore Messina, ex técnico ya del Real Madrid, comunicó el viernes por sorpresa para todos que dimitía. Los motivos no están claros, máxime cuando el proyecto iba cogiendo forma; la hoja de ruta cumplía paulatinamente sus plazos: el trabajo del italiano estaba dando sus frutos. En su comparecencia ante los medios, Messina no señaló ningún aspecto concreto. Así que todo parece indicar que existió una ruptura entre el vestuario y el técnico, o bien éste con sus superiores. Existen indicios para ambos lados: el caso Garbajosa, algunas disensiones de los roles de ciertos jugadores en la plantilla o la particular situación de Felipe en el club, por un lado; y la destitución de Maceiras y la escasa sintonía con Florentino, por el otro lado.

Este hecho supone el primer punto negro de la segunda etapa de Florentino Pérez. La dimisión del entrenador jefe de la sección de baloncesto es un descalabro serio. Cuando el presidente llegó a la poltrona blanca, en verano del 2009, el estruendoso ruido mediático del fútbol acaparó con todo; pero de lo poco que supimos del baloncesto es que confió todo a un técnico de laureado éxito en Europa, en una fórmula parecida a la que ha optado para el fútbol en el segundo año. Aglutinar todo un proyecto en un tipo como Messina, ganador de 4 Euroligas (22 títulos a lo largo de su carrera) ofrece muchas garantías. Sin embargo, visto ahora, en perspectiva, se da la sensación de que el proyecto no ha sido ejecutado con total seriedad: ha habido flecos, fallos en el sistema, que tal vez expliquen la renuncia de Messina.

El más evidente, todo visto desde fuera, desde la óptica del espectador, ha sido un endeble y frágil apoyo de la directiva en la figura del entrenador. Messina no ha tenido el respaldo absoluto del presidente. Siguiendo la comparación futbolera, Florentino ha pecado de lo que ya le avisó Mourinho -y que por suerte ha corregido- en este primer tramo de temporada: los aspectos deportivos déjemelos a mí, haga lo que le pida, apóyeme. La frialdad con la que Florentino y Ettore se saludaron en la derrota de la final copera resulta cuanto menos esclarecedora. No parece que le hayan dado todo lo que el italiano le pidió.

Otro hecho que explica la trágica situación resultó ser las declaraciones de Messina en el foro Ferrándiz del diario AS, donde dijo que el madridismo debía de cambiar de mentalidad si grande quería ser de nuevo. Aquella sentencia, que fue -y es- una verdad como un templo y que no sentó nada bien a la cúpula del club, mostraba que no compartía los modos de pensar del club ante los resultados. Mientras que unos veían finales perdidas; el italiano veía un éxito alcanzar tales cuotas. Roncero, que por desgracia representa el pensamiento de gran parte de los madridistas, afirmó que la escasa cultura madridista fue su tumba. Realmente, el daño que está haciendo la propaganda de esos supuestos viejos dogmas fundamentalistas, el del ganar siempre, el de los títulos por año, el del fin por encima del medio, es irreparable; más aún cuando no hay base firme sobre la que sostenerse. A un equipo joven y bisoño no se le puede exigir lo mismo que a los cuajados y legendarios equipos de Ferrándiz. Este discurso distorsiona la realidad, engaña a la gente. Messina lo sabía y así lo avisó.

Ahondando más en los problemas de la sección, a la errónea -o no del todo acertada, si lo prefieren- dirección del proyecto (no apoyo incondicional al técnico, impaciencia ante los resultados; exigencias desmesuradas), se le une también la cuestión presupuestaria: presenta cifras menores a la de sus grandes competidores. Esto le lleva a un segundo lugar en el mercado, le impide, así pues, optar a los mejores del mundo, NBA aparte. El talonario, la cartera, esas palabras que tan feas suenan en Can Barça, resulta que son una de las claves de su éxito. Bien es cierto que la sección no es rentable para el Real Madrid, que los resultados económicos reflejan pérdidas. Pero que esta realidad no se solucione se hace un tanto incomprensible si miramos la magnitud de los números que maneja el Real Madrid como club. Florentino Pérez debe plantearse seriamente una fórmula ganadora en este aspecto, de lo contrario estará condenado a luchar por objetivos menores.

De momento, ante la crisis desatada, la única reacción del club ha sido confirmar a Emanuele Molin como técnico del baloncesto. Decisión que creo acertada. Mejor una labor continuadora, que un cambio brusco en mitad de temporada. A pesar de todo, el equipo seguirá creciendo, las opciones de estar en la Final Four siguen intactas. La defensa, virtud de Messina, es su mejor arma. Por otra parte, nombramiento del entrenador aparte, el club no ha hecho ninguna intervención pública. Valoro mucho que Florentino Pérez esté alejado de los medios de comunicación, sin declaraciones constantes y cediendo el protagonismo a otros, pero considero que en situaciones como la ocurrida debería romper su silencio y dar explicaciones ante la actual situación del club. Cosa que no ha hecho. En la rutina y en aspectos trivales, vale; pero no me sirve en momentos cruciales e importantes. Cuan lo de Pellegrini, sí lo hizo. Sí dio explicaciones, convenciera o no, dio la cara. Aquí no debe de ser menos.

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