domingo, 19 de febrero de 2012

Recuperando la gloria perdida (también en basket)


Durante diecinueve años, el Real Madrid, antaño referente de Europa y dominador implacable de su deporte, malgastó su deficitario presupuesto de baloncesto en equipos mediocres y perdedores. El Madrid que ganó la Copa de 1993 fue el último proyecto acorde a la grandeza de la sección más laureada del viejo continente. Sabonis encabezaba un proyecto dirigido por Obradovic, ahora leyenda incuestionable del oficio de entrenador, y Arlauckas decidió la final de La Coruña. La Copa fue el primer título de un plantel que hizo doblete aquel año, consiguió otra Liga (1994) y terminó dos años después con la consecución de la octava Copa de Europa (1995). Posteriormente, solo cayeron tres Ligas nacionales (2000, 2005 y 2007) y dos títulos europeos menores (1997 y 2007) en casi veinte años: un balance pésimo.

No se puede decir, claro está, que este actual equipo sea la continuación de aquel brillante conjunto de comienzo de los noventa. La plantilla carece tanto de un crack determinante como siquiera de jugadores top en su posición, así como Pablo Laso es un técnico sin recorrido en la élite. No parece que sea un equipo capaz de ganar la Euroliga. Sin embargo, si hay una virtud destacable en el Madrid de hoy esa es la juventud y el enorme potencial de sus integrantes. Tipos como Mirotic, Carroll y Tomic tienen calidad sobradamente holgada para hacer carrera en el baloncesto de máximo nivel. Y el futuro español, salvando los enebeas, lo representan Suárez y Llull. El mallorquín, hasta hace poco habituado a roles secundarios, ha dado hoy un salto de madurez significativo en su nuevo rol de comandante. Con todo, todos ellos no dejan de ser jugadores imberbes, aún faltos de consistencia y tablas en el baloncesto.

Se puede afirmar que a falta de un proyecto ambicioso y potente que dé opciones reales, el Madrid ha optado por un plan sencillo y, además, coherente, con una finalidad prevista a largo plazo. Ha armado un equipo plagado de futuras promesas muy talentosas en manos de un entrenador en consonancia. Pablo Laso no puede presumir de currículo, pero está sacando las mejores virtudes de sus jugadores, logro que no consiguió Messina. Hoy demostró que sabe ganarle a un experimentado y sólido Barça con un acertado planteamiento. El Madrid jugó rápido, intenso y ofensivo, como le gusta; pero también supo defender y competir. Su equipo dominó y ganó anotando más de noventa puntos ante la mejor defensa del baloncesto FIBA. La gloria para el Madrid, el cetro europeo, aún está lejos y tal vez requiera tiempo y retoques -¿Rudy?-; pero ganar un título así es la mejor manera de emprender un desafío mayúsculo.

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